Crecer personalmente (y no solo profesionalmente) es fundamental para progresar, avanzar y encontrar sentido a muchas de las situaciones, retos, alegrías y obstáculos que vamos encontrando a lo largo de la vida. Como seres humanos, cada paso que damos de forma consciente para crecer nos da la posibilidad de afrontar y evaluar lo que ocurre a nuestro alrededor con otra mirada: con la mirada de la madurez emocional.
Para conseguir esta mirada, el coaching ofrece un enfoque, un método y unas herramientas que acompañan y facilitan el aprendizaje y el crecimiento personal. Las personas que vemos cada día en nuestros procesos y que están creciendo personalmente comparten una característica que les hace avanzar de forma definitiva: la humildad. Humildad para aprender, humildad para mejorar, para comprender a otros, humildad para mirar más allá de uno/a mismo/a...
¿Qué comportamientos manifiestan las personas que han alcanzado la madurez emocional y un gran nivel en su crecimiento personal?
No necesitan el reconocimiento ni que los demás se pongan de su lado. Confían en su criterio y no necesitan atacar para justificar su posición;
Si algo no sale bien, ni se victimizan ni echan la culpa a otros;
Paran, reflexionan, escuchan y toman decisiones sin buscar daño alguno;
Aprenden a valorar la importancia de los conflictos o problemas, sin ser extremista en las decisiones;
Comprenden que las situaciones tienen matices: no son ni todo blanco, ni todo negro;
Dejan lugar a los demás: comprenden otras posiciones y admiten que siempre hay algo más allá de la propia visión;
Conocen sus limitaciones y aceptan que no siempre se puede conseguir todo lo que se propone y no por ello se frustran, decepcionan o enfadan;
Toman el control de sus emociones;
Se centran en aquellas cosas que sí pueden resolver, dejando de lado las preocupaciones por todo aquello que no van a poder solucionar;
No muestran celos de los demás;
Felicitan, dan las gracias y valoran la confianza;
No ponen condiciones para el cariño. Simplemente lo dan y no están interesados/as en recibir algo a cambio;
Respetan al resto de personas, buscando lo mejor de ellas. Su mirada no busca culpables, sino aliados.
Sonríen. ¡Incluso ante la adversidad!
Crecer personalmente es, quizás, el viaje más bonito que podemos emprender. Lleno de descubrimientos, de aprendizajes y de sorpresas. Pero no es un viaje fácil y a veces, ¡hasta incómodo! Enfrentarse a los propios miedos, a la autoestima real que tenemos, a aprender a manejar las emociones, a buscar nuestra propia voz para no depender de la opinión de los demás .... Todo ello requiere de entrenamiento y también de mucha paciencia con uno mismo/a.
Por eso, siempre sugerimos realizar este viaje de la mano de buenos profesionales acreditados, preparados para seguir tu ritmo, aportarte herramientas, acompañarte en tus progresos y servirte de espejo para ver tu reflejo, aprender ...¡y crecer!